domingo, 4 de marzo de 2012

1º Novela: Cap. 4


4
Vigila quien abre las taquillas
  <<El autobús paró. La puerta crujió y se abrió.
  Había sido un viaje muy largo. Tres horas y media de trayecto. Llegaron al atardecer. El cielo estaba precioso. Se había teñido de un color rosáceo.
 Estaban en Cherry Hills Village, Colorado. El crepúsculo hacia que el bosque que les rodeaba fuera siniestro pero a la vez hermoso. Había pequeñas casitas de madera alrededor de la vegetación. Cada una de un tono diferente.
  Todo aquel terreno pertenecía a Nathan Bloom, un chico de veintitrés que a final de cada curso organizaba una fiesta en el camping de sus padres.  Su objetivo: atraer chicas guapas y jóvenes… y lo había conseguido.
  Marine fue la primera en salir del vehículo, agarrada a Alan.
  -¡Marine!-Nathalie ya había llegado. Vestía con unos jeans cortos de Hollister a juego con una camisa abierta que dejaba ver la parte superior bañador de GAP violeta.
  Estaba con su novio Paul no-se-que (había estado con tantos chicos que era imposible recordar sus nombres)
  Nathan y los demás estaban preparándolo todo para la fiesta que comenzaría aquella misma noche. Siempre organizaban una al empezar la acampada. 
 
  Al caer la noche la fiesta ya había empezado. Había una enorme hoguera, alcohol, música,…
 Sara bailaba al son de la música. Llevaba el pelo ligeramente hacia atrás, detrás de las orejas y el extremo del cabello sobre los hombros. Lucia unos shorts de Tommy Hilfiguer y una camiseta de tirantes sutilmente transparente atada a la cintura.
  -¡Dangerous!-cantaba Marine. Estaba borracha.-I’ve got a fire bird inside me. Vestia con unos pequeños pantaloncitos y un top corto que dejaba ver su ombligo. Sujetaba en la mano un vaso con cerveza que no paraba de derramarse por el movimiento del brazo.
  Emm estaba bailando junto a Sean y Lima, una chica de las clases de equitación. Iba ataviada con una camiseta marinera ancha y unos vaqueros cortos. Se había adornado el cabello negro con unas pequeñas extensiones de plumas. En la mano tenia una botellita de Coca-cola. Odiaba el alcohol.
  La cabellera de Sara se coloreaba de un tono rojizo a la luz de la pira. Cosa que le encantaba. Pero no tenia que hacer contra Alessia.
  Llevaba puesto un corto vestido de Ralph Lauren de palabra de honor. No llevaba puesto nada bajo el vestido, excepto el bikini, que se le podía ver si se colocaba a tras luz en la fogata. Bailoteaba alrededor de la hoguera y su cabello, teñido de un color anaranjado, se movía con agilidad por el aire.
  Alessia llamó a Sara.
  La canción termino y comenzó otra, la favorita de Sara: Electro-shock.
  -I feel an electro-shock in my heart when you kiss my lips.-tarareaba.
  Se ocultaron de las demás personas tras una de las casitas de madera.
  -¿Cuándo va a venir Mallory?-pregunto muy seria Alessia. Inmediatamente se saco de la parte superior del bikini una cajetilla de cigarros y un mechero. Lo encendió y le ofreció una calada a Sara
  -Mañana por la mañana ya debería haber llegado.-Sara lo rechazó. Odiaba en olor de los habanos.
  -Estupendo.-expulso de la nariz el humo con una ceja arqueada.
  -Pero, ¿Qué le vas a hacer? No le ocurrirá nada, ¿verdad?
  -No… que va. Solo le asustaremos para divertirnos.
  Alessia y Mallory se llevaban mal desde que Mallory (o culo fofo, como ella la llamaba) se rió de ella en medio de la clase por que le había venido la regla. Ella podría haberlo dejado pasar pero no era de esa clase de personas… así que decidió vengarse.
  Sara dio un sorbo de su baso de ron y se marcho, preocupada por las palabras de Alessia. Estaba convencida de que aquello iba a terminar muy mal… >>

  Sean calló en la colchoneta. Se quito el casco y se limpio el sudor de la frente. Respiraba entrecortadamente. Hacia tiempo que no entrenaba al futbol y había perdido facultades.
  Falcon McGowan le cedió la mano para ayudarle a levantarse y el la acepto.
  Estaba agotado. Las hombreras le pesaban y notaba una fuerte presión en el pecho. ¿Tenia falta de entrenamiento o el secreto que guardaba le impedía concentrarse?
  -¡Equipo!-gritaba Holden Collins, el capitán de la pandilla. Se reunieron en círculo.- El partido oficial es dentro de cuatro semanas, justo después de la fiesta de las estrellas, y tenemos que concentrarnos. Sobretodo tu, Sean.-le lanzo una mirada frustrante.
  Sean se alejo del corrillo y se puso a ejercitarse duramente. Aquel comentario le había sentado mal. Antes el era el mejor…
  Agarro la ovalada pelota y la lanzo contra los pilares del marcador para probar su fuerza. Ni si quiera se acerco.
  Después de la muerte de Alessia había dejado de entrenar. Aunque le gustaba estar célibe, sentía una gran atracción hacia ella.
  Cogió unas pesas del césped y las levantó. Pesaban más de lo habitual.
  Alguien le miraba. Era Selena Stunt, la oficial del equipo de animadoras, que le hacia ojitos desde las gradas.
  Selena era muy guapa, pero era nada comparada con Alessia.
  El entrenador hizo sonar el silbato y ordeno a sus jugadores que se metieran en el vestuario.
  El suelo estaba muy sucio, lleno de huellas de las deportivas.
  Abrió su mochila y saco una toalla y el jabón y comenzó a desnudarse, al igual que el resto de sus compañeros.  Se enrolló el paño sobre la cintura nuda y se metió en las duchas.
  El agua estaba ardiendo.
  Cuando acabó salio de ella, se secó y se puso unos calzoncillos limpios.
  -Oye Sean, ¿vas a ir a la fiesta de las estrellas?-le preguntó Symon Scott, la defensa del equipo.
  -No lo se…-Dijo sacando una camiseta roja de Adidas. Aun no se había vestido.-No tengo a nadie con quien ir. ¿Y tú?
  -Si.-una sonrisa se le dibujo en la cara.-Iré con Nathalie.
  -¡Otro novio!-pensó.-Con esta ya van 58.-cuando Alessia estaba viva,  siempre jugaban a contar con cuantos novios había estado Nathalie.
  Symon se marcho dándole una palmadita en la espalda, aun descubierta, dejándole solo en el vestuario.
  Cuando se terminó de arreglar se dirigió a su taquilla para dejar las deportivas Nike en su taquilla.
  Introdujo la clave y se abrió. Un papel salio cayó ligeramente hasta llegar al suelo.
  Era una fotografía con una frase gravada en rojo en ella.
  Se llevó la mano a la boca. Las lágrimas cayeron por sus mejillas. Volvió a mirar la imagen. No se lo podía creer. Observó detenidamente la escritura para ver si le sonaba la letra:

¿Por qué lo hiciste?

La rabia se apodero de el. Arrugo el retrato y lo guardo en la mochila. Después salio con paso firme, aunque le temblaba la mano.
¿Quién había metido la foto en su taquilla? ¿Qué había en la imagen?

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