5
La trampa
Todos los presentes se
revolucionan al enterarse de que en el exterior les esperan cientos de agentes.
Comienzan a gritar y a correr, sin saber donde esconderse. Pero Finn les ordena
que se callen subido en una especie de pedestal.
-¡Guarden silencio y
cálmense!-alza la voz. Una vez ha llamado la atención de todos, continúa
hablando.-Diríjanse a sus habitaciones y quédense ahí. Nosotros nos ocuparemos
de todo.
Y tras decir eso, el
gentío desaparece de la sala. Todos suben a las plataformas excepto yo, Luca,
que se queda agarrado de mi mano, Finn, Eva, Caz, Jayden, los hermanos
Pelletier y un hombre con rasgos asiáticos al cual nunca había visto.
-¿Qué vamos a
hacer?-pregunta Eva, dirigiéndose a Finn. Este se cruza de brazos y baja la
cabeza. Entonces me lanza una furiosa mirada al percatarse de mi presencia.
-¿Qué haces aún aquí?-me
pregunta levantando la voz.-He dicho que os marcharais a vuestras habitaciones.
-Pero… yo…-me atasco con
las palabras sin saber que contestar.
-No hay peros que valgan.
Si quieres ganarte mi confianza debes obedecerme.-Finn se gira y mira a Caz,
que juguetea con sus dedos, incomoda por la conversación.-Czarina, llévala a la
sala de entrenamiento.-esta me mira con una mueca de lástima, y nos acompaña al
gimnasio. No obstante, Luca se queda en el dormitorio, donde se resguardan
docenas de personas.
Me asomo por la
barandilla y les observo. Hablan entre ellos, andando en círculos, intentando
pensar. Miro a Finn, que es el único que está quieto. La verdad, es que
comienza a ser muy molesto. Continúo ojeando y descubro que Jayden sigue allí.
-¿Por qué Finn permite a
Jayden quedarse?-le pregunto a Caz, que mira por la barandilla justo a mi lado.
-Cuando Jayden llegó
aquí…-Caz carraspea, intentando aclararse la voz.-Finn se interesó por él. Ya
sabes, los hombres se apoyan entre ellos. Además, Jayden mostró tener ciertas
cualidades a la hora de luchar. Siempre a sido muy protector con las mujeres.
Incluso a Eva le costó conseguir que le dejara participar. Sobre todo después
del incendio…-agacho la cabeza y me alejo de la barandilla. Me siento en un
enorme taburete y agarro una pequeña pesa que hay al lado de esta.-Pero no te
sientas mal, Alice. Si Finn no te deja luchar con ellos es porque se preocupa
por ti y sabe lo importante que eres para los rebeldes.
-Pero no es justo. ¿Se
cree qué no puedo luchar por qué soy una mujer? ¿Qué no se cuidarme yo solita?
-Pues entonces debes
demostrarle que eres una mujer muy fuerte, Alice. De esa forma conseguirás que
confíe en ti.-tras eso me abraza y se marcha de mi lado, dejándome sola en la
estancia.
Seguidamente, aparece
Luca por el ascensor. Lleva el saquito que me regaló mi padre antes de que
muriera. Se acerca a mí y se sienta a mi lado.
-Me parece injusto que no
te deje luchar con ellos. Seguro que si lucharas, los ganarías a todos.-Luca y
yo sonreímos y, tras dejar la pesa, nos abrazamos con fuerza. Luego, levanta el
saquito de cuero violeta y lo deja en la palma de mis manos.- ¿Era de papá,
verdad?-yo asiento y lo aprieto entre mis manos.-Háblame de ellos, Alice.
-Nuestro padre, Dainan,
era muy bueno y fuerte.-la verdad, es que no recuerdo muchas cosas sobre mis
padres, y cada día me acuerdo menos. Pero, a pesar de que los recuerdos de mis
padres espiran de mi mente poco a poco, estoy segura de que ellos son tal como
los describo.-Siempre ayudaba a los demás y estaba dispuesto a hacer lo que
fuera por nosotros. Y mamá, Kylie, era muy guapa y su sonrisa podía hacerte
sentir muy bien y…-pero no puedo continuar. Una pequeña lágrima se desliza por
mi mejilla y cae sobre el saquito. Lo miro con detenimiento y siento que algo
dentro de mí me dice que debo abrirlo. Siempre había estado cerrado, pues para
mí, abrirlo es como abrir una puerta del pasado que con tanto esfuerzo había
intentado que se quedara cerrada. Sin embargo, me armo de valor, y lo abro.
Introduzco la mano en el interior y saco su contenido: dos piedrecitas ovaladas
rugosas recubiertas de una especie de tierra negra. Miro a Luca, que parece
igual de decepcionado como yo. Segundos más tarde, Luca y yo nos despedimos y
me vuelvo a quedar sola en la estancia.
Observo las piedras con
detenimiento en la palma de mi mano, pero, a simple vista, no son más que dos sucias
piedras. Aprieto el puño, un tanto enfadada, y las oprimo. Entonces, mi mano
comienza a temblar cada vez más rápido. Abro la mano y descubro que lo que
vibra no es mi mano, sino las piedras. Están pegadas una junto la otra y la
capa de tierra negra comienza a quebrarse. Finalmente, las separo y me percato
de que el rugoso y oscuro manto ha desaparecido, mostrando así el azul de la
superficie de la roca. Las estudio con detenimiento y las comienzo a acercar. A
medida que se aproximan, tiemblan con más fuerza. Dejo de juntarlas cuando la
distancia que las separa es de un dedo. Me acerco y me percato que entre ellas,
ha surgido una corriente de aire muy caliente. La aproximo aún más. Necesito
agarrarlas con fuerza ya que se agitan descontroladamente. Esta vez, el halo de
aire caliente es más grande y comienza a hacerse visible. Las arrimo más, y
esta vez, solo las separa unos cuantos milímetros. Entre ellas, surgen pequeñas
chispas que saltan desbocadamente. Y finalmente, las acerco hasta que se rozan
y una enorme llama de fuego surge en medio de estas. Me echo hacia atrás y me
toco la cara para comprobar que el fuego no ha quemado mis cejas. Inmediatamente,
las alejo una de la otra. Alzo la vista y descubro que la pesa que había dejado
delante está ardiendo. Entonces, en mi mente flota una idea una delicada
sonrisa se plasme en mi rostro.
Eva se asoma por la
puerta del piso inferior y descubre que los agentes todavía siguen buscándonos,
aunque están bastante lejos del Oxigenador. Todos se sientan formando un
círculo y comienzan a plantear ideas para deshacerse de los guardias, pero
ninguna es buena. Finn se cruza de brazos y agacha la cabeza, mientras que los
hermanos Pelletier se muerden las uñas, intentando llegar a un plan.
-Creo que sé como podemos
acabar con ellos.-digo mientras me acerco a ellos. Todos se dan la vuelta para
mirarme y descubro la mueca de enfado en la cara de Finn. Justo como me temía.
-Te dije que te fueras, y
me has obedecido. ¿A sí es cómo quieres ganarte mi confianza?-Finn me lanza una
mirada asesina, pero yo se la devuelvo.
-¡Te voy ha decir una
cosa, imbécil resentido! ¿¡A caso tienes un palo metido por el culo?! ¡Porque
no paras de comportarte como un completo idiota! ¡Si tan importante soy para
los rebeldes, creo que debo un cierto respeto! ¡A si que cállate, siéntate y
escúchame!-tras eso el silencio es absoluto. Alzo la vista y descubro que todos
están mirando a través de la barandilla de las plataformas. Vuelvo a mirar al
corrillo, que se han quedado boquiabiertos, excepto Finn, que me mira con una
pequeña sonrisa en el rostro.
-Este es el plan.-nos
sentamos en una mesa circular, y yo me alzo, acercándome más a la
mesa.-Colocamos en un lugar alejado de la montaña material inflamable. Lo
esparcimos por el suelo y formamos un círculo de ese material. Tras eso, les
atraeremos hasta esa zona y cuando estén allí, yo les prenderé fuego. No
acabaremos con todos, pero sí con la mayoría. Los que queden podréis
eliminarlos vosotros.-todos me miran alzando una ceja y frunciendo los labios.
Yo me incorporo y me levanto.-Sé que es una idea un tanto descabellada, pero no
nos queda tiempo.
-¿Y se puede saber cómo
encenderás el fuego?-me pregunta Lilian, apoyando el codo en la mesa.
-Tú déjame eso a
mí.-luego me giro y les miro a la cara, que muestran una mueca de
intranquilidad.-No os preocupéis. Todo saldrá bien. El único problema es…
¿quién se encargará de atraerlos hasta la zona inflamable?-al escuchar la
pregunta, todos sonríen y miran a Marion. Segundos después, el silencio es
absoluto y yo necesito romperlo y preguntar el motivo de su reacción.- ¿Qué
ocurre? ¿Por qué no paráis de mirarla?
-Sin duda, Marion es
quien debe hacerlo.-pronuncia Eva, pasando de mí pregunta. Pero no solo ella
pasa de mí. Al parecer, nadie ha prestado atención a mi pregunta. Inmediatamente,
todos se levantan de la mesa y se dispersan por la habitación a gran velocidad.
Más tarde, aparece Jayden, que lleva una bolsa transparente llena de un extraño
papel grisáceo. Tras él, aparece Caz con dos bolsas más y, más tarde, forman
una pila de sacos de plástico de esas hojas. Entonces, un fuerte pudor me llega
a la nariz, y necesito tapármela para no respirarla.
-¿Qué es esto?-le
pregunto a Lilian mientras me acerco a la bolsa para mirarla mejor.
-Es papel combustible.
Está recubierto de un aceite altamente incendiable. Perfecto para acabar con
los agentes.-dice mientras se ríe entre dientes.
Agarramos las bolsas y,
tras comprobar que los agentes todavía no han llegado, salimos al exterior.
Avanzamos sigilosamente entre las tinieblas montaña abajo. Andamos casi a
tientas hasta que Finn nos indica el lugar para esparcir el papel. Abrimos los
sacos y repartimos el material por el suelo, formando un círculo de unos cinco
metros de radio. Alzo la vista y descubro con dificultad que la noche está
nublada. Perfecto para encender una hoguera.
Finn, Eva, Lilian, Jayden
y el hombre asiático se ocultan entre las máquinas a varios metros del cerco
incendiable, mientras que Marion, Caz y yo subimos hasta nuestro Oxigenador,
escondiéndonos detrás.
Pasan los minutos y
comenzamos a desesperarnos, pues los agentes no aparecen. Pongo las piedras de
fuego (así es como las he bautizado) en cada palma de mi manos, evitando que se
acerquen y que provoquen un altercado. Entonces, escuchamos voces a varios
metros de nosotras. Marion se gira y me mira fijamente, apoyando su mano sobre
mi hombro; las dos asentimos al mismo tiempo sin pronunciar palabra. Luego,
sale disparada hacia las tinieblas. Y ahí comprendo porque Marion es la más
apropiada para hacer de cebo. La
velocidad a la que corre me deja pasmada. Aunque más que correr, se desplaza
por el aire. Los agentes la descubren pero tardan en reaccionar. Más tarde,
trotan hacia ella, intentando alcanzarla. Pero son mucho más lentos que Marion.
Esta avanza en zigzag dando enormes zancadas y esquivando las balas que les
disparan. Los policías recorren el bosque mecánico gritando que se detenga.
Pero eso no frena los pies de Marion.
Una vez los agentes se
alejan de nosotras, salgo de nuestro escondite y miro ladera abajo. La silueta
de los guardias comienza a difuminarse entre la oscuridad, y sé que en
cualquier momento tendré que actuar. Pero,
¿y si fallo? ¿Y si no estoy preparada para enfrentarme a esto? El miedo
se apodera de mí y provoca que comiencen a temblarme las manos. Trago saliva e
intento calmarme. Me pongo en posición, con las piedras fuego en las manos, y
el corazón se me acelera. Cierro los ojos y respiro profundamente hasta que
escucho un grito.
-¡Hazlo ahora, Alice!
Automáticamente, deslizo
las piedras una con la otra. Varios brazos de un extraño fuego azul surgen de
ellas y cuando las separo saltan millones de chispas. De inmediato, las chispas
se convierten en una llama que crece y crece y finalmente, sale disparada,
transformada en una enorme lengua de fuego que ilumina todo a su paso.
A lo lejos, veo como el
cerco combustible prende, y una enorme llama se alza anta mis ojos. Bajo
corriendo para comprobar que todo ha ido como planeábamos.
Casi todos los agentes
perecen bajo las llamas, quejándose de dolor. Miro alrededor y veo que Marion
ha conseguido huir del fuego. Solo una docena ha conseguido escapar, pero el
resto pelea contra ellos.
Veo a Jayden luchar
contra un guardia, y en pocos segundos, termina con él. Parece como si llevara
peleando toda su vida. Pero quien más me sorprende es Finn. Es una autentica máquina
de combatir. Uno de ellos se acerca y este arremete un puñetazo contra su mandíbula,
rompiéndosela. Me giro y veo a Eva, que derriba a uno de los agentes dándole
una fuerte patada en el estómago. De pronto, otro se acerca a ella por sus
espaldas y la agarra del cuello. Echa su cuerpo sobre el suyo, impidiéndole que
pueda soltarse. Entonces, saca una navaja y se la pone en cuello de esta. Yo me
quedo paralizada sin saber que hacer. Pero si no actuó pronto, la matarán. Y no
estoy dispuesta a perder a alguien. Ahora no.
Como un acto reflejo, me
acerco rápidamente hacia ellos y golpeo con mi puño la nariz de él, que cae al
suelo. El cuchillo sale disparado y el agente se lleva las manos a su nariz,
ahora rota y ensangrentada. Me acerco a él y le miro. Dentro de mí, siento
remordimientos por lo que estamos haciendo. Pero ese sentimiento desparece al
instante. Ellos me arrebataron a mi familia. Levanto la pierna y la dejo caer
con rabia sobre su pecho. Bajo mi pie, noto como varias de sus costillas se
quiebran. Esta agoniza hasta que, finalmente, deja de respirar.
Miro a mí alrededor. Hemos
acabado con todos. Quizá haya esperanza y podamos derrotar al Gobierno.
El fuego comienza a
crecer gracias al viento, pero Caz aparece con varias personas a sus espaldas,
dispuestos a extinguirlo.
Cuando se apaga y lo único
que quedan son las cenizas y los cuerpos calcinados de los guardias, Finn me
mira fijamente y se acerca a mí. Bajo la cabeza y aprieto los puños, esperando
recibir una reprimenda por haberme inmiscuido en la lucha. Pero no es así. Me pone
la mano en el hombro y me levanta la cabeza con delicadeza.
-Bienvenido a los
rebeldes, Alice.
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